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martes, 18 de diciembre de 2012


" "¿Qué me sucede? ¿Me caigo? Las piernas me vacilan" ,pensó; y calló de espaldas. Abrió pesadamente los ojos, con la esperanza de ver cómo terminaba la lucha de los franceses y los artilleros  deseaba saber si el pelirrojo había muerto o no, si los cañones estaban en poder del enemigo o habían sido salvados. Pero no vio nada. Sobre el no había más que el cielo, un cielo alto, sin brillantez, pero infinitamente alto, sobre el que se deslizaban algunas nubes grises. "Qué paz, que calma, qué serenidad; todo es distinto a como era hace un momento, cuando yo corría- pensó el príncipe Andrei-; cuando corríamos, gritábamos y combatíamos; cuando con aquellas caras furiosas y asustadas, el francés y el artillero se disputaban el atacador, las nubes no se movían así por ese cielo alto e infinito. ¿Cómo no me he fijado antes en esa profundidad del cielo? ¡Qué feliz me siento de haberlo sabido al fin! Sí, todo es vacío y engaño, menos ese cielo infinito. No hay nada más que el. Pero ni eso existe. No hay más que paz, reposo... Y muy bien que así sea" "

La guerra y la paz, León Tolstoi




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"En el costado este final abierto punza y no sangro. Trato de seguir caminando.No sé donde, pero lejos de todo ..."